Los historiadores lo señalan como el pueblo romano de Alba, que comentaba Plinio. Una prueba podría ser la lápida funeraria romana que apareció en el siglo XVIII como mesa del altar de la ermita, hoy desaparecida, de Andramari.

Fue saqueado el pueblo por los franceses que se retiraban tras la Batalla de Vitoria. Pero no se llevaron nada de valor porque consiguieron esconderlas en la bodega de la sacristía.

La iglesia de San Juan posee un magnífico retablo, del siglo XVI, obra de Pierres Picart, realizado en Oñate, llevado a Albéniz y pagado en trigo por los vecinos, como reza una inscripción aparecida tras la restauración.

En el primer cuerpo, entre la imagen de San Roque a la izquierda y Nuestra señora de Orrao, procedente de la ermita desaparecida, podemos ver escenas del martirio de San Juan y un interesante relieve del Descendimiento en el centro. En el segundo cuerpo, el centro lo ocupa una imagen del titular y justo encima, la escena del bautizo de Jesús.