El monasterio con este nombre sirvió de arranque para la fundación de esta localidad, conocida como Soportilla en aquellos tiempos.

En el siglo XVI nace Fray Pedro de Urbina y Montoya, el hijo más famoso que ha dado el pueblo. El pueblo contaba con una muralla de la que no queda resto alguno, a no ser una de las casas de la calle mayor, donde estaba una de sus torres.

En una de sus calles, podemos ver hasta seis escudos en las fachadas de las casas blasonadas: Zamudio, Samaniego… Pero el edificio que más destaca es el de la Iglesia de la Asunción de Nuestra Señora. Vista desde el exterior, llama la atención la soberbia torre, diseñada por Olaguíbel.

 Donde estaba el acceso norte al templo hoy hay una escultura de Elena Asins, ejecutada en 2003, y que lleva el título Albiko Trikuharri II, con sus ocho cubos de piedra.