Localidad
La situación del pueblo, en las faldas de la sierra que lleva su nombre, y la cercanía por monte al túnel de San Adrián y montañas de Gipuzkoa, propiciaron que fuese un entorno natural para escenario en las guerras carlistas. De hecho, en 1838, tuvieron que agrandar el cementerio para poder enterrar a tanto soldado que moría allí.
El fundador del castillo de Guevara instaló una ferrería en el pueblo, que proporcionó riqueza a sus habitantes.
La construcción de la iglesia de la Natividad se prolongó por las penurias económicas y, al igual que hemos comentado al hablar del pueblo de Garayo, también aquí recurrieron a la venta de una lámpara donada por un hijo del pueblo que se enriqueció en California. Más de cien años tardaron en dar por finalizadas las obras, cuando terminaron el pórtico en 1786.