El nombre del pueblo se debe a la abundancia de piedra de toba porosa en la zona. Entre los siglos V y VIII, se produjo la presencia de eremitas en la zona y a esa época se deben la cantidad de cuevas en las rocas.

La Iglesia de San Román está considerada la más antigua de la Provincia, que la sitúan en el siglo IX, como lo certifican los restos de una cúpula de toba, similares a los que aparecen en la iglesia de Montoria.

Es posible que perteneciese a un antiguo e importante Monasterio dedicado también a San Román que ya existía en el año 822, a juzgar por unas lápidas mozárabes aparecidas y fechadas en esa época. Su construcción tuvo cuatro etapas, apreciándose perfectamente elementos de esas cuatro etapas: restos altomedievales en el ábside de la época del abad Avito, en el año 822. De la siguiente restauración con el abad Vigila en el siglo X quedan dos ventanales y de épocas posteriores, unas lápidas aparecidas. En su fachada, podemos observar un reloj al estilo de los relojes de sol pero diferente. Se trata de un reloj canónico.